martes, 4 de marzo de 2008

Opinión EDITORIAL CLARÍN 3/03/08

Los desafíos del crecimiento de la Ciudad

Los trastornos que provocó la lluvia en la Ciudad de Buenos Aires son consecuencias de antiguas deficiencias de infraestructura y parte de un cuadro más amplio de problemas derivados del crecimiento urbano sin planificación que exigen una acción rápida y concreta del Gobierno.


La Ciudad ha crecido, como tantas otras, en forma desordenada y sin una planificación global, lo cual ha provocado problemas de diversa índole que se manifiestan en forma cotidiana o esporádica, como las inundaciones. La causa más evidente de las inundaciones es, además, obviamente, de las elevadas precipitaciones, la insuficiencia de las vías de drenaje de agua. La principal de ellas es el arroyo subterráneo Maldonado, que corre por debajo de la avenida Juan B. Justo y que desde hace mucho tiempo no tiene la capacidad suficiente como para evacuar el agua que dejan las grandes lluvias.

En 1994 se aprobó un Plan Hidráulico que incluía la construcción de canales aliviadores paralelos al arroyo, pero la concreción del proyecto fue postergándose. Ante cada inundación el proyecto fue presentado nuevamente como una promesa de solución, pero según el jefe de Gobierno, Mauricio Macri, desde el lanzamiento se invirtió sólo el 7,3% de lo proyectado.En los últimos años se concretaron obras de menor envergadura, como las del canal aliviador Vega, que redujo, pero no eliminó, las tradicionales inundaciones en la zona de Belgrano.

El atraso en las obras para evitar el fenómeno es tan grande que, según Macri, aunque comenzara a concretarse el programa del Maldonado, habrá que esperar más de dos años para no sufrir nuevas inundaciones, al menos de la magnitud de las que acaban de registrarse.Otra causa menos evidente pero igualmente importante de los anegamientos es el incremento de la superficie cubierta con cemento, lo cual ha reducido la capacidad de absorción de agua del suelo. Las inundaciones son, en ese sentido y parcialmente, una consecuencia de la baja proporción de espacios verdes que tiene la Ciudad.

Por otra parte, en muchas zonas, como ha sucedido en Belgrano, se edificó sin planificación y, en particular, sin evaluar la capacidad de la infraestructura de servicios, por lo cual primero se construyeron los edificios y, mucho después, se realizaron las obras destinadas a satisfacer las necesidades de canalización de agua que crearon.

Es necesario revertir esta situación para evitar la reiteración de molestias y costos que sufren tanto los vecinos como el Estado por la asistencia que debe prestar en las emergencias y los subsidios que paga a los damnificados.

Pero también es indispensable que la experiencia contribuya a difundir conciencia sobre la necesidad de contar con un Plan Urbano, y de administrar el crecimiento de la Ciudad en función de criterios de sustentabilidad y teniendo en cuenta las necesidades de los vecinos en su conjunto.

En este sentido deben considerarse cuestiones como el transporte, los permisos de construcción, la higiene o la preservación del medio ambiente.Los grandes conglomerados urbanos constituyen un desafío de organización social y económica, que debe ser asumido por toda la comunidad, pero en el cual los gobiernos tienen la responsabilidad principal. En estos días ese desafío se presenta bajo la forma de la necesidad de cumplir con los postergados programas hidráulicos de Buenos Aires.

El Gobierno porteño no puede ya respaldarse en la inacción de los anteriores y debe poner manos a la obra cuanto antes para recuperar el tiempo perdido. Las inundaciones son consecuencia de la postergación en la concreción de obras de drenaje, pero también de la baja proporción de espacios verdes. Es consecuencia del crecimiento urbano sin planificación.

Es de esperar que se construyan los aliviadores del Maldonado y que se tome conciencia sobre la necesidad del Plan Urbano para administrar el crecimiento de la Ciudad.

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